domingo, 2 de noviembre de 2008

LIMA TIENE QUE SER ANTITAURINA



Desde muy pequeño tuve la ¿suerte? de presenciar las corridas de toros en primera fila. Era un mocoso imberbe que disfrutaba las tardes en la limeñisima Plaza de Toros en Acho, rodeado de políticos, niñas lindas y buena comida. El espectáculo colorido, el desfile de los caballos y los toreros era un deleite para mis ojos. La matanza indiscriminada de los toros finalizada la faena era el momento crucial que era recibido con aplausos o pañuelos blancos, dependiendo de la habilidad del torero o la predisposición del toro. Pasaron algunos años y todo quedó allí, dejé de asistir a las corridas y fui conciente de la crueldad a la que son sometidos estos animales cornudos. Por razones laborales viajé a Colombia y asistí a una corrida, después de mucho tiempo, en la plaza de toros de Santamaría en Bogotá . Era una tarde hermosa, cálida y con una plaza repleta. Aunque ya estaba predispuesto a mostrar mi rechazo a las faenas, esa tarde fueron armoniosas y hermosas. ¿Que está pasando? Me pregunté. Empecé a agarrarle el gusto nuevamente a las corridas y recordé las tardes soleadas en la Plaza de Acho. Hasta que un torero—no recuerdo el nombre— llegado el momento de sacrificar al fornido animal le incrustó la espada en el pulmón, lo que provocó que el toro escupiera sangre a borbotones que formó barro en la arena, lo que generó las pifias de las graderías. Nuevamente volví a la realidad y pensé lo sanguinario que es este “arte” proveniente de España, una herencia negativa.
Ya se inicio la feria en Acho y nuevamente empezaron a desfilar, como todos los años, los pantalones rosados apretados y los toros de lidia. Y cómo es costumbre las protestas en la cola pero no son suficientes. En Colombia, hacen vigilias, realizan obras teatrales en las calles y tienen a los jóvenes como abanderados de la práctica antitaurina. Acá tenemos que encontrar otras alternativas creativas como se hacen en el país cafetero. No es malo copiar si es por una buena causa y en este caso existe la excepción a la regla.
Una nota antitaurina del periodista César Hildebrandt acá. Y una de las páginas "antitaurinas" para visitar.

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